domingo, 22 de junio de 2025

Pilar Ávila vive su adolescencia política y Claudia Sheinbaum su madurez

Por Javier Hernández


A la gobernadora de Baja California, Pilar Ávila, a partir de la cancelación de su visa de ingreso a Estados Unidos, le achacan una serie de ilícitos que van desde su colusión con el narcotráfico, hasta la remoción del cargo, por la incapacidad manifiesta, según algunos, para dirigir los destinos de la entidad. Nada se ha probado, aunque la aplanadora de las especulaciones e infundios en su contra sigue su marcha implacable.

Sin embargo, la tormenta parece amainar. La llamada “carne asada 2” a que se convocó como segunda protesta el sábado 14 en Mexicali, fue un fracaso y casi nadie asistió. Respecto al calificativo de “narcogobernadora” que le endilgó desde el congreso federal su predecesor en el cargo, Jaime Bonilla, quien se desdijo recientemente al admitir que la mandataria no tiene relación con bandas delictivas.

Y un tercer aviso de que lo peor del mal tiempo en su contra ya ha pasado, es la encuesta que publicó la empresa ‘Mitofsky’, en la que se comprueba que el costo real y medible de ese ‘chaparrón’ político, fue de 2 puntos y medio en su valoración como cabeza del poder ejecutivo estatal pues de abril a mayo, cayó del lugar 13 al 16, en la lista de aprobación de gobernadores del país.

Desde luego, que un 48.4 por ciento de los encuestados apruebe la forma en que conduce la entidad, contra un 50.9 que está en desacuerdo, representa una balanza desfavorable, pero es remontable si toma con seriedad la responsabilidad que el electorado le dio en las urnas.

Hace poco tiempo, Pilar Ávila festinaba como adolescente, el hecho de que cada vez que visita un plantel escolar, el estudiantado la reconocía inmediatamente por sus constantes apariciones en la red social tik tok. Y la semana pasada, a la presidenta Claudia Sheinbaum le preguntaban si después de asistir a la reunión del G-7 en Canadá, se consideraba la lideresa en América Latina. Respondió que no ha perdido el piso y que el reconocimiento es a México y a quien sea su presidente, no a ella como persona.

Esa es la visión que las hace diferentes, porque Marina del Pilar vive apenas su adolescencia política y Claudia Sheinbaum su madurez.

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